Fertilización de Alfalfa
Por Leonardo Altuna, Resp. Técnico de Barenbrug Argentina.
En la República Argentina, la superficie sembrada con alfalfa está alrededor de las 4 millones de hectáreas, sola o consociada con gramíneas, y es el cuarto cultivo de importancia, si se considera el área implantada, según estimaciones de empresas semilleristas.
Se calcula una producción promedio de 6 toneladas de materia seca por hectárea anualmente. El 50% se destina a pastoreo directo y el resto como forraje conservado (rollos o fardos de alfalfa pura o consociada. En menor proporción se utiliza el silo y el henolaje empaquetado).
Recomendaciones de fertilización
Los requerimientos de nutrientes para la alfalfa son relativamente altos comparados con otros cultivos. Cada tonelada de MS de alfalfa retira cerca de 25-30 kg de Nitrógeno (N) por hectárea, 18-25 kg de Potasio (K), 12 kg de Calcio (Ca), 3 kg de Fósforo (P), y entre 4 – 8 kg de Sodio (S) y Magnesio (Mg) por hectárea. Los requerimientos de Fósforo y de Azufre son mucho más altos que para Potasio, Manganeso (Mn), Zinc (Zn), Hierro (Fe) y Boro (B).
Nitrógeno
Esencialmente todo el Nitrógeno (N) requerido por un alfalfar ya establecido se lo proporciona la relación simbiótica con las bacterias Rizobium fijadoras de N, además del N mineralizado por la materia orgánica del suelo.
En la región pampeana argentina, para alfalfas con una producción variable de 6 – 18 tn MS/ha, se ha encontrado una variación en la fijación simbiótica de 120 – 450 kg N/ha. Esto representa entre un 25 y 80% de lo que consume el cultivo. Las aplicaciones de N al voleo en superficie en general no aumentan la producción, la calidad o el vigor del stand. Por el contrario, lo más probable es que beneficie a las gramíneas o malezas, que tienen mejores sistemas radiculares aptos para captar el N disponible en superficie, lo que lleva, en consecuencia, a disminuir el stand en el mediano plazo. Sin embargo, una aplicación moderada a baja, entre 20 a 40 kg de N por ha, puede ser provechosa durante el establecimiento del stand de plantas antes de la nodulación de las raíces. En planteos en los cuales se incorpora una avena u otra gramínea anual junto con la siembra de alfalfa, ese N aplicado sería probablemente muy necesario para la producción y eventual aprovechamiento siguiente del grano o del residuo que se vuelve al suelo.
Dosis de N utilizado en mayores cantidades pueden inhibir la nodulación, disminuir la fijación simbiótica de N y favorecer la profusión de malezas, resultando en una reducción de crecimiento o de calidad de la alfalfa cuando se la coseche.
Los alfalfares que reciben cantidades apreciables de abonos de origen animal, como estiércoles, efluentes de lechería u otras fuentes orgánicas de N, también reducirán la proporción de N fijado biológicamente. La probabilidad de una respuesta al agregado de N es generalmente más grande en suelos de textura gruesa con bajo contenido de materia orgánica. El fertilizante nitrogenado puede requerirse para un máximo de producción y calidad del alfalfar si las raíces estuvieran mal noduladas.
Una nodulación pobre, así como una capacidad disminuida de la actividad y fijación de N por los Rizobios, puede resultar de varios factores, incluyendo carencia de la semilla apropiada, técnica de inoculación a la siembra, ataques de enfermedades, insectos, déficits hídricos, deficiencias o toxicidades nutricionales, u otra condición física o química que reduzca la eficacia de la inoculación con los rizobios.
Una pobre nodulación resulta desde simplemente no usar un inoculante, o uno que ha perdido su viabilidad, o bien usar cepas de rizobios que no son efectivas. Una inoculación o nodulación deficiente queda en evidencia cuando el valor del contenido de proteína de alfalfa es baja (menor de 18%) al hacerse el corte al comienzo de la floración. Los nódulos sanos deben ser rosados cuando se los corta al medio, lo cual indica que están fijando N atmosférico con eficiencia. Si la nodulación o la eficacia de los Rizobios están limitadas por parásitos, déficit hídrico o malas condiciones del suelo (por ejemplo: salinidad, sodicidad, deficiencias de nutrientes o compactación), deben ponerse en práctica técnicas de manejo apropiadas para corregir el problema.
La alfalfa se utiliza en algunos casos para aprovechar el exceso de nutrientes de los suelos que reciben excesivas cantidades de abonos animales o de otros desechos biológicos. Una secuencia de cortes de alfalfa con un rendimiento de 6 toneladas por hectárea puede retirar hasta 360 kg de N por hectárea. Sin embargo, la absorción excesiva de nitrógeno puede aumentar el peligro de toxicidad por nitrato en el forraje para el ganado vacuno.
Fósforo
La disponibilidad adecuada de Fósforo (P) es muy importante para mantener el stand de plantas adecuado, así como para un crecimiento óptimo del follaje y del sistema radicular. Dado que el Fósforo es relativamente inmóvil en el suelo, el fertilizante fosfatado debe incorporarse en el suelo antes o durante la siembra, de forma de aumentar la concentración de P del suelo a niveles óptimos para el crecimiento inicial.
La re-fertilización, aplicando al voleo fertilizantes fosfatados en la superficie del suelo, puede ser beneficiosa, en particular cuando las dosis de la siembra fueron bajas, pero se debería realizar luego de un corte y antes del crecimiento del renuevo para maximizar el contacto con el suelo.
La mayoría de las raíces laterales están cerca de la superficie del suelo durante el primer año de crecimiento, pero se desarrollan más raíces laterales a medida que la planta crece. La alfalfa tiene una menor densidad de raíces que la mayoría de las gramíneas pero una mayor profundidad de penetración. El Fósforo aumenta el crecimiento de las raíces permitiendo a éstas obtener mayor cantidad de agua y nutrientes desde un mayor volumen de suelo.
A medida que se envejece la pastura, el stand se reduce y la densidad de plantas disminuye, decreciendo la capacidad del sistema radicular de la alfalfa para absorber fósforo debido a una menor concentración en el suelo (por el consumo) y a la disminución de la actividad radicular. Bajo estas condiciones, dosis más pequeñas de P aplicado con frecuencia, pueden aumentar la eficiencia de absorción de su absorción.
Las fuentes fosfatadas más eficaces para la alfalfa incluyen aquellas con Fósforo soluble como fosfatos de amonio y superfosfatos. En algunos casos se han evaluado satisfactoriamente mezclas de fuentes solubles con rocas fosfóricas de alta reactividad. La estrategia buscada es satisfacer las necesidades iniciales con la fracción soluble y asegurar una solubilidad progresiva con el tiempo de envejecimiento de la pastura a través de la roca fosfórica, que libera P disponible con el tiempo en el suelo. Las fuentes de Fósforo más apropiadas deben elegirse en base al costo por unidad de Fósforo, valor del nutriente acompañante, generalmente Nitrógeno o Azufre, disponibilidad local y servicios de provisión, así como equipo disponible para su aplicación.
Azufre
El Azufre (S) es un contribuyente dominante para la producción y calidad de la alfalfa. Los requerimientos de azufre para la alfalfa varían con la textura del suelo, pérdidas potenciales por lixiviación, concentración de Azufre como Sulfato (S-SO4) en el suelo y contenido de S en el agua de riego.
Alrededor de 30 a 40 kg de S-SO4 deben aplicarse antes o durante la siembra en suelos que contienen menos que 10ppm S-SO4 en la capa superior del suelo.
El Azufre como Sulfato es muy móvil y puede lixiviarse por debajo de la profundidad de exploración radicular en el perfil de suelo. Para alfalfares ya establecidos, el muestreo a una profundidad de 60 cm proporciona una indicación más exacta de la disponibilidad de S para las raíces de la pastura de alfalfa que la indicada por un muestreo de la capa superficial.
Las áreas irrigadas con agua superficiales, de ríos en regiones de riego o de subsuelo, en general tienen valores de S adecuados para la producción de la alfalfa. Es importante chequear que su concentración y volumen agregado por año sean al menos similares a los valores de extracción anual.
Las fuentes de Azufre de los fertilizantes deben elegirse considerando que el S elemental debe convertirse a S-SO4 por los microorganismos del suelo antes que las raíces puedan absorberlo.
La conversión de S elemental a S-SO4 puede tardar algunos meses, por lo tanto los fertilizantes a base de S elemental pueden no proveer suficiente nivel adecuado a la alfalfa en el año que se aplica.
Sin embargo, los fertilizantes a base de S elemental pueden suministrar considerable S durante el año siguiente a la aplicación. Las mejores fuentes de azufre en este sentido son el superfosfato simple, el yeso (sulfato de calcio) y las mezclas que incluyan sulfato de amonio o de potasio.
Potasio, Calcio y Magnesio
La alfalfa tiene una alta demanda de Potasio (K), ya que una producción de 8 t/ha de forraje se lleva cerca de 480 kg de K2O del campo, equivalente a 580 kg/ha de fertilizante potásico (KCl). La mayoría de los suelos de las regiones de producción de alfalfa, así como las aguas de riego superficiales, son naturalmente ricos en K. Sin embargo, pueden aparecer deficiencias de K en campos intensivamente cultivados, particularmente en aquellas parcelas con alfalfa durante muchos años. Los suelos más arenosos son aquellos generalmente más propensos a convertirse en deficientes que los suelos más limosos o arcillosos y por lo tanto tienen mayor probabilidad de respuesta a la fertilización potásica.
Como el Fósforo, las recomendaciones de fertilizantes con potasio se basan en relaciones calibradas entre los análisis de suelos y la respuesta física de la producción. Debe existir entre 150 y 200 ppm de K disponible (o intercambiable) para eludir la necesidad de fertilización.
Las deficiencias de Calcio (Ca) y de Magnesio (Mg) en alfalfa son raras en las regiones productoras locales. La mayoría de los suelos tienen cantidades adecuadas de Calcio y de Magnesio para la producción de la alfalfa, aunque las concentraciones del magnesio del suelo pueden ser bajas. Estas condiciones son comunes en algunos suelos muy arenosos o que son naturalmente ricos en potasio.
Micronutrientes
uso de micronutrientes debe basarse en los resultados de análisis de suelo recientes. Las deficiencias del Boro (B) pueden ser corregidas generalmente aplicando 2 a 3 kg /ha de B para toda la duración de la pastura. Sin embargo, en suelos muy arenosos o áreas de altas precipitaciones donde los suelos están sujetos a excesiva lixiviación de B, la recomendación usual es aplicar entre 0.5 a 1.0 kg/ha de B. Las formas más comúnmente usadas de Boro incluyen Ácido Bórico, Bórax y Boratos de Sodio. Las deficiencias de Zinc, Manganeso y Hierro pueden corregirse fácilmente aplicando 5 a 10 kg por hectárea del nutriente requerido, usando sulfatos u otras formas solubles. La disponibilidad de Molibdeno (Mo) es en general adecuada en suelos neutros o alcalinos, que son los prevalecientes en las regiones húmedas o subhúmedas de cultivo de alfalfa del país.